Normalmente el bully o agresor es un chavo inseguro, aunque a primera vista aparenta ser muy “pagado” o seguro de sí; vive ciertas situaciones que no puede resolver, pues por lo general viene de un hogar donde la violencia es cotidiana; tiene baja autoestima, sus padres no le prestan mucha atención y suele poseer pocas habilidades o destrezas.
Es probable que te parezca increíble que el “gandalla” de la escuela realmente sea un tipo de lo más cutre, pero se porta agresivo y “castroso” para distraer a los demás y que no descubran sus carencias. Además, tiende a buscar víctimas con ciertas debilidades para apoyar en éstas sus burlas y humillaciones a la vista de todos, pues en caso contrario el blanco de las mofas sería él, ¿no?
Al portarse de esa manera, llama la atención y se siente superior, pero recuerda que en realidad no lo es. Y claro, para sentirse con más poder crea un grupo donde él es líder y le dice a sus “rémoras” a quién se le puede molestar y hasta qué grado.
De acuerdo con Paloma Cobo, coautora del libro Bullying en México, las personas que siguen al acosador reciben el nombre de testigos y son los que le dan reconocimiento. Y eso no es todo, pues cada vez tienen papel más activo, burlándose del agredido y formando redes de maltrato que se exhiben hasta en Internet.
“Si estos grupos tienen la posibilidad de ingresar en ese espacio sin fronteras que es Internet y, por ejemplo, aparecen injuriando, insultando, amenazando o exhibiendo a los demás, parece que obtienen un regocijo todavía mayor”, precisa Romeo Tello, coautor de Bullying en México.
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